EL EJEMPLO COMO PADRES
Siempre que hablamos de padres e hijos,
surge la palabra ejemplo. Ser padres es, sin duda, lo más maravilloso
que nos puede pasar, pero a su vez, es algo muy delicado. Más allá de
las diferencias que podamos tener, es inevitable ser para nuestros hijos
un ejemplo constante. No es por esto que ellos vayan a repetir
exactamente nuestros actos, pero sí algo parecido.
Muchas
veces, tendemos a pensar que el ejemplo que les damos se circunscribe a
normas de educación. Les enseñamos a decir “gracias” y “por favor”, a
saludar, a respetar a los mayores y un sin fin de etcéteras que son
realmente importantes, pero no lo único. No basta con la palabra, hay
que predicar con el ejemplo. Si nuestros hijos ven que no respetamos,
difícilmente respetarán, si ven que no saludamos, creerán que no es
necesario y si nosotros no pedimos por favor, el día de mañana exigirán,
en lugar de pedir.
Esto es claro, pero ¿qué pasa a la hora
de predicar otro tipo de cosas con nuestro ejemplo? Hay actitudes que
nos mueven en la vida y van más allá de una norma de educación: la
voluntad, la pasión, la perseverancia, la capacidad de soñar, entre
otras. ¿Nos hemos puesto a pensar si, como padres, somos para nuestros
hijos ejemplo de alguna de estas actitudes? Si ellos ven que nos
apasionamos por lo que hacemos, más fácil les será amar lo que hagan. Si
ven que no bajamos los brazos a pesar de las dificultades, seguramente
no los bajarán ellos tampoco.
Si les mostramos que no hay edad para
soñar, sin duda soñarán siempre. Nos guste o no, somos algo parecido a
un espejo donde nuestros hijos se miran para -tal vez- tener una idea de
cómo serán ellos de adultos. La imagen de este espejo no sólo debe
reflejar buenos modales,
sino también ganas, alegría, garra, cosas que tienen que ver con “el
adentro” de cada uno de nosotros. Hacer nuestra tarea con amor,
entusiasmarnos con y por la vida, no darnos por vencidos, perseguir un
sueño son actos que nos hacen bien a nosotros, pero también a ellos.
Si nosotros dejamos de intentar ¿con qué
derecho les enseñaremos a perseguir lo que quieren? Si no ponemos amor
en cada pequeña y gran cosa que nos toque hacer ¿con qué autoridad les
pediremos a ellos que cumplan con alegría sus responsabilidades? ¿Si no
nos apasionamos por algo? ¿Cómo les inculcaremos que ellos lo hagan?
Educar a un hijo es una tarea no sólo hermosa y difícil, sino inmensa.
Está llena de pequeños y grandes detalles. Nuestro ejemplo también.
Ellos nos miran cuando cruzamos bien o
mal una calle, si respetamos o no un semáforo, pero también ven cuando
amamos lo que hacemos, cuando creemos que podemos, cuando sentimos que
vivir es infinitamente más que sobrevivir. Hagamos lo posible para que
cada vez que nuestros hijos se miren al espejo que somos, vean reflejada
una imagen que les enseñe a ver que la vida vale la pena ser vivida, no
sólo por ellos, sino por nosotros también.
Fuente: http://www.encuentos.com/reflexiones/el-ejemplo-como-padres/
Escrito por: Liana Castello
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