Te duelen los test negativos cuando deseas un bebé, antes de que llegue el positivo. Después te duele el cuerpo cuando cargas en tu vientre a tu bebé y empiezas a no dormir, mucho antes de que tu hijo nazca.
Te duele el parto, o la cesárea y tienes que estar repuesta tan pronto, porque lo más importante de tu vida depende de ti.
Te duele el postparto y todo lo que dejaste atrás, todo lo que cambió.
Te duelen los pechos cuando se llenan de leche y también cuando ocurre el destete, ahí te duelen los pechos y un poquito el alma también...
Te duele el cuerpo de días sin dormir y de cargarlo durante horas para darle paz.
Te duelen los consejos que te hacen sentir mala madre porque parece que todo lo haces al revés.
Te duele volver a trabajar o comenzar a estudiar, pero todo lo haces por tus bebés.
A veces también te duele tu imagen en el espejo y la añoranza de un rato en silencio.
Te duele la falta de un minuto de intimidad.
Te duelen sus dolores, los cólicos, esas encías rojas de los primeros dientes, los primeros raspones y cada vez que le ponen una vacuna.
Te duele y te enoja cuando alguien lo compara con otros niños, o cuando sientes que no logras enseñarle cómo se debe, ni hablar de lo que te duele si lo llegan a criticar.
Te duele cómo te mira cuando lo tienes que retar y te duelen esos ojitos llenos de lágrimas cuando tienes que estar firme en tu decisión, esa que él no entiende, pero sabes que es por su bien, aunque en ese momento lo dudas.
Te duele tenerlo todo el día en brazos y también te duele cuando se desprende y no necesita más tus brazos.
Te duelen sus celos, cuando deja de ser el hijo único y te duele sentirte culpable por ese nuevo amor que vendrá.
Te duele cuando no se quiere quedar en la escuela y ahí lo tenes que dejar y también te duele cuando se quiere ir de tu casa y ves lo grande que está.
Te duele verlo tomar decisiones erradas, te duele verlo llorar, te duele verlo enamorarse y que le rompan el corazón.
Te duele verlo crecer tan rápido y te duele todas las veces que deseaste que lo hiciera.
Te duele la culpa y uff como duele la culpa, porque te sientes culpable de tantas cosas, de lo que haces, de lo que no haces, de lo que hacen otras madres y tú no, de tus necesidades, de sus errores, de las veces que se porta mal, o de esos días que necesitas tanto estar sola.
SÍ!!! La maternidad duele.
Duele siempre y no hay dolor más hermoso, más PURO, más magnífico que ese. Porque así como duele, también SANA.
Desconozco el autor
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