- Saquemos de nuestra alacena los malos recuerdos, los culpables engordan, los desamores hacen daño y las tristezas intoxican.
- Para el desayuno:
Un buen jugo de agradecimiento, una taza de voluntad disuelta en tolerancia, dos rebanadas de autoestima y una ensalada fresca de motivos.
- Para la comida:
Una sopa de dignidad sin falso orgullo, dos porciones de paz pasadas por el fuego del entendimiento, coctel de frutos rojos: amor, pasión por lo que se hace y entrega en sustitución de sacrificio.
- Para la cena:
ensalada de frutos verdes: esperanza, bondad y perdón.
- Entre comidas: grandes dosis de fe, sueños cargados de alegria.
- Evitar: hablar sin escuchar antes, juzgar sin conocer, conceder sin aceptar.
- Ejercicios: pararse erguido y de frente ante los problemas, flexible ante los cambios y bailando cada vez que te agobie el dolor. Extiende la mano derecha para dar y la del corazón para recibir, alza la vista para agradecer y baja la cabeza para ser bendecido.
- No niegues lo que sientes, piensa como y donde lo dices y actúa siempre con humildad.
Autor: desconocido
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